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Benditas las “imposiciones del destino”,

fuera de nuestra elección,
más allá de nuestra comprensión,
por encima de nuestra voluntad,
que actúa con ó sin nuestra colaboración.

Son las que a veces nos hace torcer el camino,
para colocarnos en la verdadera senda.
Las que a veces nos obliga a cambiar de tono
hasta encontrar nuestra propia melodía.
Las que nos conduce al dolor del parto
para hacernos creadores.
Y al sacrificio de los planes menores
para conducirnos hacia el Gran Plan.

Benditas las imposiciones del destino (del propio Yo Superior)
que traen Belleza y Significado a nuestras vidas.